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viernes, 30 de marzo de 2012

La importación planchada

En la sucursal Rodó de Cabildo y Juramento había una fila de no menos de veinte personas esperando su turno para retirar sus compras. Pero no había ni una sola plancha a la venta. En la cuadra siguiente, Garbarino ofrecía cinco modelos de plancha a precios que oscilaban entre 149 y 199 pesos, pero ninguna disponía de vaporizador. Tampoco se encontraron planchas con funciones completas en los locales de esa zona de Frávega y en Musimundo. Recién en el Carrefour de Vicente López disponían de una plancha Oster con vaporizador a 330 pesos.

La recorrida muestra que realmente faltan las planchas de mejor calidad y más funciones. Y algo similar ocurre con otro tipo de electrodomésticos, con artículos de línea blanca, con las nuevas PC integradas, con autopartes, y con varios rubros más. ¿Cuánto falta? Imposible saberlo con alguna precisión, dado el consabido oscurantismo oficial en materia estadística e informativa. La Cámara Argentina de Importadores sostiene que están frenadas un 30 por ciento de las operaciones de importación. Parece un poco demasiado a la luz de los datos de comercio exterior que marcan para febrero una caída en las importaciones de apenas el 1 por ciento respecto a igual mes del año anterior; si bien queda en evidencia una brusca desaceleración respecto al ritmo del 30 o más por ciento que venían aumentando las compras al exterior hasta diciembre último, hay que tener en cuenta que el nivel de actividad también ha perdido fuerza.

No cabe duda de que mediante las licencias no automáticas y las declaraciones juradas anticipadas, el gobierno quiere planchar las importaciones, preocupado como está por el debilitamiento de las cuentas externas, que ya en 2011 terminaron sin prácticamente nada de superávit en la cuenta corriente. Todo el excedente comercial se neutralizó por el déficit en servicios (regalías, fletes, viajes y turismo), intereses de deuda y giro de utilidades.
¿Y acaso está mal que un gobierno quiera cuidar las divisas, administrando el comercio exterior y, según dice, promoviendo al mismo tiempo un proceso sustitutivo e industrializador?
Conceptualmente, es preferible eso a que se deje librado el intercambio a la pura y simple lógica del mercado y al imperio de las ventajas comparativas más elementales. Antes que laissez faire, intervención.

Ahora bien, más allá de la teoría y la ideología, y sabiendo que el kirchnerismo es partidario de la intervención, la cuestión es si la administración del comercio se efectúa con alguna criteriosa racionalidad.
En el caso de las planchas todo indica que la actual escasez será transitoria, ya que hay en ejecución varios proyectos para aumentar la fabricación local. La holandesa Phillips anunció que la Argentina va a tener su tercer centro de producción de planchas en el mundo, y con inversiones en una planta en San Martín apuntan a fabricar 500.000 unidades anuales. Newsan (con la participación de Sanyo) va a producir otro tanto con marca Atma en una planta de Monte Chingolo. La santafesina Liliana ya inició la construcción de una nueva planta en Granadero Baigorria que tendrá una capacidad de elaboración de 720.000 planchas por año, en ocho modelos. Y hay más: la estadounidense Oster fabricará con su marca un modelo a vapor en la planta de Axel, donde se producirán otros modelos más sencillos.

Pero ese mismo listado revela que el proceso de sustitución es anterior a la agudización de las restricciones. Y por si quedara duda, un estudio de IES Consultores a pedido de esta columna lo confirma: la producción de planchas que en 2007 era de 450.000 unidades, fue subiendo hasta alcanzar el año pasado 1.700.000; en paralelo, la importación cayó de 2.294.000 a 387.000 unidades. Es decir que la importación abasteció menos de un 20 por ciento de las compras de planchas.
O sea que las barreras a la entrada de planchas tendrían como objetivo central ahorrar divisas. Aunque los dólares gastados el año pasado en planchas apenas superan los 3 millones, a esa cifra hay que sumar lo que no se está importando de aspiradoras, heladeras, etc. etc.

Todo parece sensato para la microeconomía de la plancha. Hay inversión para sustitución que genera trabajo, los faltantes parecerían ser una molestia momentánea, y se cuidan las divisas.
La mirada macroeconómica es mucho más compleja. Lo lógica de la plancha no se puede generalizar, por la sencilla razón de que ningún país puede, ni le conviene, producir de todo.
El Plan Industrial Estratégico 2020 (en realidad un bosquejo de plan con buenas intenciones y lleno de objetivos, pero vacío de instrumentos), establece once cadenas de valor prioritarias para el desarrollo. Ni artículos para el hogar ni línea blanca figura entre ellos. Puede entenderse como una omisión del plan elaborado por el ministerio de Industria.
¿Coordinarán Guillermo Moreno y Deborah Giorgi que importaciones conviene y se puede restringir? Cuesta imaginarlo.
¿Son muchos los procesos productivos afectados por falta de insumos, o la queja es exagerada por los medios?
¿Se frenan importaciones de bienes finales prescindibles, o también de artículos sensibles e insustituibles?
La administración del comercio es una típica tarea de sintonía fina. Que en este caso está a cargo de alguien que, como Moreno, prefiere la brocha gorda y un martillo antes que el pincel y un bisturí.

(fuente: elcronista.com)

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